Es natural tener curiosidad acerca de cómo se desenvuelve el cerdo ibérico durante los meses de verano. En Don Finardo, deseamos compartir contigo que esta temporada desempeña un papel fundamental en el desarrollo y crecimiento de los músculos y huesos de estos animales.
Durante los meses de calor, es cierto que la disponibilidad de alimento se reduce en las dehesas. Sin embargo, esta circunstancia resulta beneficiosa para la cría del cerdo ibérico, ya que durante la montanera (de octubre a febrero) tiende a consumir en exceso.
Como mencionamos previamente, el cerdo ibérico tiene una predisposición genética a acumular grasa con facilidad durante los meses de otoño e invierno. Esto se debe no solo a la abundancia de bellotas y hierbas en su dieta, sino también a su propia genética.
Por otro lado, durante los meses de verano, el animal experimenta un desarrollo morfológico, lo que significa que su esqueleto crece y se fortalece sin aumentar su grasa corporal. Esto da origen al conocido refrán utilizado por los ganaderos: “dejar que el cerdo estire”. Durante este periodo, el cerdo ibérico quema la grasa acumulada en meses anteriores.
El beneficio de este proceso radica en que el animal alcanza su peso ideal de manera más gradual, lo que permite un desarrollo óseo y morfológico más adecuado. Sin duda, esto prepara al cerdo para enfrentar la montanera en óptimas condiciones después de un verano caluroso.
Durante la montanera, el cerdo recupera grasa a través de una alimentación rica en ácidos grasos provenientes de las bellotas que consume en abundancia. Esta etapa es esencial en la crianza del cerdo ibérico, ya que los árboles vuelven a producir frutos y las bellotas comienzan a caer. La vida se vuelve más fácil para estos animales, ya que tienen acceso a una gran variedad de alimentos, como bellotas, hierbas y plantas, mientras pastan libremente en las extensas hectáreas de la dehesa.
Mientras esperan la llegada de esta época ideal, los cerdos ibéricos pasan el verano buscando sombra y refrescándose en charcas o riachuelos dispersos por la dehesa. Es comprensible que el calor y la escasez de alimento los hagan más receptivos a la presencia humana durante este periodo.
Recuerda que esta alimentación selecta, combinada con el ejercicio diario que realizan, contribuye a que el sabor y la textura final de la carne del cerdo ibérico sean realmente excepcionales.
En Don Finardo, comercializamos productos del cerdo ibérico siguiendo estos principios. Nuestro compromiso diario y estas circunstancias nos permiten ofrecer jamones de bellota 100% ibéricos de excelente calidad.
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